jueves, 6 de diciembre de 2018

Rodríguez

Compro dos sándwiches de miga en la panadería de la esquina de casa, a metros de donde espero el colectivo.
El cuidacoches me desea un buen día.
Que la pases bien, me dice. Gracias buen hombre.
Juan ronda los sesenta y largos y lo acompañan palabras sueltas que vuelan cada dos segundos. De ropa ancestral y limpia, algunos dientes, tiene billetes de cinco y de diez colocados entre el índice y el mayor, tal como suelen hacer los vendedores ambulantes.

Se acerca al rato.

Muchacho, ¿ya pasaron las doce?.

Si, son doce y media.

Gracias. Que tengas buen día, gracias, ¡eh!, la.

Enseguida se encuentra con un pibe de treinta, que sujeta una franela naranja y parece prepararse para el relevo. Se abrazan en saludo y a Juan se le dejan de escapar las palabras y comienza a sonreír. Conversan diez minutos, se dan un beso en la mejilla y se despiden.

Me subo al colectivo y se me viene el vómito a la garganta. Necesito que abran las ventanas y me dejen sentar. Están todos sentados y nadie me mira. Igual si me miran no harían nada. Me sujeto fuerte al caño del techo, y todo es vueltas.
Quedan seis cuadras hasta San Luis. ¿Llego?
No. Me bajo antes y camino.
-Julieta no. Voy por mi cuenta. Vayan yendo ustedes. Busco los juguetes, la leche y voy.-
Vayan, que ir con gente en el bondi es esfuerzo social y manutención del equilibrio. Prefiero recuperarme bien e ir.
Mucha agua, un poco de jugo a fuerza y ya voy en el 62 hacia la jornada de apoyo escolar en el comedor "El Camino".
Llegando escucho una voz aguda y conocida:
- ¿Chófer, nos podrá alcanzar hasta Tarantino? - Es sin dudas la voz aguda de Gastón, que viene acompañado de Juan.
Se suben corriendo y a los gritos.
- ¡Profe!¡Profe! - En ese instante ya me siento bien. - ¿Estás yendo a la escuelita? ¿Qué traes ahí? ¿son juguetes? Yo no estaba en el festejo del día del niño el otro día. En realidad si, ¿viste?, pero me fui justo cinco minutos antes de que dieran los juguetes. ¿Quedaron?¿Te podes fijar?
- Si, si, si.

Caminamos entre el barro y me cuentan su semana. Miran asombrados las bolsas que me cuelgan. Me preguntan sobre esa bolsita arrugada.
- Son sanguchitos. ¿Los quieren?
Miran atentamente los dos los dos sanguchitos.
- Yo quiero el de pan blanco - dice enseguida Gastón, y Juan agarra el primavera de pan negro.
Caminamos y comen. Comen y caminamos.
El quilombo de la zapán se me va con ellos devorando hasta la última miga. Llegamos a la casa de Agustín y corren prometiendo volver con la mochila.

En ese momento me quedo solo y voy hacia la escuelita, como ellos le dicen.
Me permito entonces sentirme un poco como Simón Rodríguez.

Ahí va él, relatado por Galeano:

Nació en Caracas, en 1769.
La Iglesia lo bautizó como párvulo expósito, hijo de nadie, pero fue el más cuerdo hijo de la América hispánica.

En castigo de su cordura, lo llamaban El Loco.

Decía que nuestros países no son libres, aunque tengan himno y bandera, porque libres son quienes crean, no quienes copian, y libres son quienes piensan, no quienes obedecen.

Enseñar, decía El Loco,
es enseñar a dudar.

Los anteojos, calzados por encima de las cejas, rara vez ayudan a los ojos azules, ávidos y voladores. Simón Carreño, Rodríguez por nombre elegido, deambula predicando rarezas.
Sostiene este lector de Rousseau que las escuelas deberían abrirse al pueblo, a la gentes de sangre mezclada; que niñas y niños tendrían que compartir las aulas y que más útil al país sería crear albañiles, herreros y carpinteros que caballeros y frailes.

Veinticinco años tiene Simón Rodríguez y trece Simón Bolívar, el huérfano más rico de Venezuela, heredero de mansiones y plantaciones, dueño de mil esclavos negros. Lejos de Caracas, Rodríguez inicia al muchacho en los secretos del universo y le habla de libertad, igualdad, fraternidad. Le descubre la dura vida de los esclavos que trabajan para él y le cuenta que la nomeolvides también se llama Myosotis palustris. Le muestra cómo nace el potrillo del vientre de la yegua y cómo cumplen sus ciclos el cacao y el café. Bolívar se hace nadador, caminador y jinete; aprende a sembrar, a construir una silla y a nombrar las estrellas del cielo de Aragua.
Maestro y alumno atraviesan Venezuela, acampando donde sea, y conocen juntos la tierra que los hizo. A la luz de un farol, leen y discuten Robinson Crusoe y las Vidas de Plutarco.

La monarquía española se encargó de perseguir las ideas de Rodríguez y el exilio lo llevó a Europa en 1797. Un cuarto de siglo anduvo don Simón al otro lado de la mar: allá fue amigo de los socialistas de París y Londres y Ginebra; trabajó con los tipógrafos de Roma y los químicos de Viena y hasta enseñó primeras letras en un pueblito de la estepa rusa.

Regresaría para un largo abrazo de bienvenida, donde Bolívar lo nombra director de educación en el país recién fundado. Con una escuela modelo en Chuquisaca, Simón Rodríguez inicia su tarea contra las mentiras y los miedos consagrados por la tradición.

Chillan las beatas, graznan los doctores, aúllan los perros del escándalo: horror. El loco Rodríguez se propone mezclar a los niños de mejor cuna con los cholitos que hasta anoche dormían en la calle. ¿Qué pretende? ¿Quiere que los huérfanos lo lleven al cielo? ¿O los corrompe para que lo acompañen al infierno? En las aulas no se escucha catecismo, ni latines de sacristía, ni reglas de gramática, sino un estrépito de sierras y martillos insoportable a los oídos de frailes y leguleyos educados en el asco al trabajo manual. ¡Una escuela de putas y ladrones! Quienes creen que el cuerpo es una culpa y la mujer un adorno, ponen el grito en el cielo: en la escuela de don Simón, niños y niñas se sientan juntos, todos pegoteados; y para colmo, estudian jugando.

El prefecto de Chuquisaca encabeza la campaña contra el sátiro que ha venido a corromper la moral de la juventud. Al poco tiempo, se le exige la renuncia, con la excusa de no haber presentado sus cuentas con debida prolijidad.

Decía, entre tantas otras:

- Se ha de educar a todo el mundo sin distinción de razas ni colores. No nos alucinemos: sin educación popular, no habrá verdadera sociedad.
- Instruir no es educar. Enseñen, y tendrán quien sepa; eduquen, y tendrán quien haga.
- Mandar recitar de memoria lo que no se entiende, es hacer papagayos. No se mande, en ningún caso, hacer a un niño nada que no tenga su "porque" al pie. Acostumbrado el niño a ver siempre la razón respaldando las órdenes que recibe, la echa de menos cuando no la ve, y pregunta por ella diciendo: "¿Por qué?"
- En las escuelas deben estudiar juntos los niños y las niñas. Primero, porque así desde niños los hombres aprenden a respetar a las mujeres; y segundo, porque las mujeres aprenden a no tener miedo a los hombres.
- Los varones deben aprender los tres oficios principales: albañilería, carpintería y herrería, porque con tierras, maderas y metales se hacen las cosas más necesarias. Se ha de dar instrucción y oficio a las mujeres, para que no se prostituyan por necesidad, ni hagan del matrimonio una especulación para asegurar su subsistencia.
- Al que no sabe, cualquiera lo engaña. Al que no tiene, cualquiera lo compra.

Agrega Galeano en una entrevista para conocido medio:

Las estatuas que faltan son casi tantas como las que sobran, y Simón Rodríguez es uno de los desaparecidos de la historia latinoamericana. No creo en las estatuas, creo en la carne y en el hueso. Simón Rodríguez merece estar vivo en la memoria de todos los latinoamericanos.
Simón fue (y es) incómodo.
Por orden de Bolívar, debía iniciar una revolución educativa desde Cochabamba, y lo hizo. Creo escuelas que mezclaban a los niños y las niñas, a los pobres y a los ricos, a los indios y a los blancos, y que además mezclaba lo que para nosotros era un pecado capital: habíamos heredado la concepción ibérica del desprecio a la mano humana. Recién hacia mil ochocientos ochenta es que la corona ibérica resuelve que no pierde el título, el derecho a ser llamado Don, aquel hombre que vive de sus manos.
Don Simón Rodríguez desafió eso, estableciendo que la educación integral es la intelectual y la manual, es decir no solamente la que enseña a sumar y a restar, sino también la que enseña oficios.
Ató entonces la cabeza y el cuerpo, dignificando el trabajo manual.

Habló directamente a las clases dominantes, a los nuevos amos, y les decía "No somos independientes".
La independencia es mentira.
La independencia es de quien piensa con su cabeza, quien siente con su corazón, quien camina con sus piernas. ¿Hasta cuándo van a seguir copiando de Estados Unidos y de Europa todo? ¿Por qué no les copian lo más importante que es la originalidad?
Constituyó se su expulsión de Cochabamba. Pasó el resto de su vida a lomo de mula por hispanoamérica y predicando en vano.

Cada día está más solo don Simón. El más audaz, el más querible de los pensadores de América:
A los ochenta años escribe:
"Yo quise hacer de la tierra
un paraíso para todos
y la hice
un infierno para mi."

La independencia fue hecha para una minúscula minoría dominante. Hoy todavía cargamos con herencias coloniales que signaron el proyecto de independencia americano y lo condenaron al temprano fracaso; lo cual se vio claramente en los países "independizados", desde el norte del norte hasta el sur del sur. En la primera Constitución de los Estados Unidos, cada negro equivalía a las tres quintas partes de una persona. Hoy Obama sería presidente siendo tres quintas partes de una persona. Por los países latinoamericanos el panorama era más o menos el mismo. Los que verdaderamente hicieron la independencia, los que le pusieron el pecho a las balas, no fueron invitados a la fiesta y nuestros países nacieron mutilados. Nacieron mentidos. No estaban las mujeres, ya ahí tenemos al menos la mitad de la población. No estaban los analfabetos, que eran la intensísima mayoría; ni los negros, ni los indios, ni los sirvientes a sueldo, ni los soldados de línea. No estaba casi nadie. El poder quedó en manos de poquísima gente, lo que explicaba la certera visión de la historia que tuvo el anónimo autor de un escrito en una pared de Quito, donde escribió:

Último día del despotismo y primero de lo mismo.


domingo, 25 de noviembre de 2018

Stress


Agustín, desde De la Garma:

"Es la época del año, generalmente para esta época uno se empieza a saturar.
Después de que pasan los parciales todo septiembre se toma todo en cervezas.
Septiembre es de birras.
En octubre te diste cuenta que perdiste un mes escabiando y que te queda un mes para cerrar el año.
Pasas todo octubre lamentándote por todo lo que no hiciste durante el año y
en noviembre te lamentas porque te lamentaste todo octubre.
Los primeros veinte días sos normal, hasta que te hace el click de que ya estás a fin de año.
En diciembre te agarra a esa época de nostalgia,
que te quiero amigo
que te invito una birra
y listo
no penses
es normal el stress.

Una de las grandes pasiones que encuentro en el diseño, además de la tipografía, es el packagin de los vinos! Ahí juega la diferencia entre uno de otro, pero con el envase o botella como común denominador. Etiquetas distintas, botellas iguales, culos más profundos! Si es muy profundo es muy bueno cuenta el mito popular.
Cuestión el San Juan siempre se destacó por su caracteristica botella! Y siempre en el pueblo lo tomaba la gente de plata! ¡En ese entonces yo prefería una buena fresca! El jueves por la mañana, recuperándome de a poco del resfrío, viene la vecina de al lado (90 años) ... Jóven a usted le anda el teléfono? Me dice que lo tengo bloqueado. Yo no entiendo nada y mi hijo está en Japón. Jóven ¿intentaría llamar con su teléfono? Señora yo uso celular, pero vamos hasta su casa y vemos qué podemos hacer. Bueno venga, yo no conozco a nadie acá. A usted siempre lo veo y por eso vine.
Bueno vamos por partes, llamemos a Telefónica. Le expliqué a la operadora que era el vecino bla bla!
-Bueno señora debe una factura.
-No puede ser mi hijo pago todo.
-Páseme el teléfono de su hijo.
-Si.(la señora un bocho, todos los celulares en la cabeza).
No me pude comunicar con su hijo, llamamos a su nuera que estaba trabajando en una escribanía. Aparentemente estaba en una reunión, entonces fuimos hasta la oficina (se ve que a una determinada edad a los abuelos se les vence el cosito de la paciencia). La nuera ni corto de bola le dio, finalmente llamamos a un amigo del hijo y solucionamos todo.
A la tarde, cuando la señora hace sus tradicionales caminatas de esquina a esquina, de la mano de la señora que la cuida, volvió al local. Me dijo "discúlpeme joven por lo de hoy, no quería molestarlo. Le traje un presente por la llamada a Japón!!" Le expliqué de manera muy primitiva que le había mandado un mensaje vía Internet! Cuestión que cuando lo abro era un San Juan. Justo como estamos cortos de presupuesto, la cena de ese día era un inconfundible arroz blanco con medallones de calabaza. Pero no importo, ese vino no merecía dejarse en una aparador para una futura ocasión. El momente era ese! Brindamos por la buena acción del día, y porque la señora esa noche durmió tranquila! Esa es la historia que te debía!

Y anoche te iba a escribir, viste que en el pueblo somos 2000, y un compañero de mi prima se puso una pistola en el corazón y se pegó un tiro. El momento en que dejamos de ser humanos y hoy te mandan un pesame por facebook.
Quizás nos estamos volviendo virtuales.
Un abrazo orgánico o una lágrima sentida no pasan de moda jamás.
Esperemos. "

miércoles, 16 de mayo de 2018

Inestabilidad

El anochecer era luna de luz en el mar y yo volvía sobre las reasfaltadas calles marplatenses. 
Algo me hizo reaccionar a último momento, y apretar el freno tarde, y los anteojos volando por todo el auto, junto con dos libros de bolsillo y un celular.

El ruido ensordeció y me quedé inmovil ante el volante y el puñal del pecho. Cada respiración lo profundizaba más y cabeceaba para los costados buscando aire.

Si, gracias. El cinturón. Aire fresco. No hablaba pero a alguien se lo decía.
Unos ojos claros miraron mis oscuros y me dijeron: vení, mostrame Mar del Plata. Mostrame las escolleras de las que tanto hablan, algún bar de tango. Dale.
Ese es el edificio Havanna. A veces se tiran desde ahí.
Veo.
Caen gritando. ¿Algunos se arrepentirán en el aire?
Pasa más de lo que te imaginas.
Aquel era mi colegio. La red de los arcos de fútbol sigue rota, la cal de las canchas apenas visible y las preceptoras poniéndonos amonestaciones. A aquel barrio fui mucho tiempo. Mirá que iluminado que está.
Es una ciudad linda aunque dicen que el marplatense ama demasiado su ciudad.
Puede ser si. Muchos reniegan de los turistas. Pero gran parte de la identidad de la ciudad está con ellos.

Mientras rozabamos las olas, el agua salada me salpicaba los dedos y ascendíamos para saltar escolleras.

Si estamos haciendo todo esto es porque me morí ¿no?
Algo así. Todavía no. Aunque ya no sé, está todo medio inestable últimamente. Pero mirate, ahí va tu ambulancia, buscando paso entre todo el tráfico de Independencia.
¿A donde me llevan?
A la Clínica Colón. Ya no importa.
Mis viejos.
Van a estar bien.

Hemorragia interna por trauma. Preparen dos vías y llévenlo a quirófano.

Intentar acercarte a tu cuerpo y no poder es desesperante.

Acá mucho no podemos hacer. Si te quedas es para sufrir. Vamos a escuchar un tango y tomar algo. Dale. Hay un lugar que se llama los duendes, ¿no?
No no. ¿Y la vieja? ¿Y el viejo? ¿Y Juan? ¿Y Agustina? ¿Qué está pasando? ¿Y ese ruido?
No.
Sentí a todo mi cuerpo temblar, las manos sujetadas, un golpe contra un fierro y sangre caliente a lo largo de mi sien. 

El arousal volvió de a poco. No podía abrir los ojos pero alcancé a apretar la frazada. Moví un dedo del pie izquierdo y temblé intentando abrirlos. Escuché a una mujer gritar. No veía nada. Pronto quedé sumido en un sueño profundo. 
Un ardor en los talones me trajo de vuelta. Intenté abrir los párpados. Pesaban. Un 
médico y una treintañera hablaban. Los vi volverse hacia mi. La mujer se largó en llanto y sonreía mientras me miraba temblar. No pude evitar las náuseas.
Mis ojos apuntaron al diario que tenía ella en la mano, donde alcancé a leer:

"Perón cumple: Apoye el Segundo Plan Quinquenal."



viernes, 12 de enero de 2018

Dolina

Cuando uno se define, achica los horizontes.

El placer consiste en que todo sea desparejo.

En el noviazgo diría, es necesaria la incomprensión. Como no te entienden, te quieren.

domingo, 2 de julio de 2017

No se, no se. Decile que se vaya. No la quiero ver más.
Pero ¿vos entendes que no se puede?
¿Que no se puede qué?
El qué es justamente lo que no se puede.
Dejate de joder. Hacé las cosas.
Es que el tema es ese.
¿qué?
que no se puede
¿que no se puede qué?
eso
¿no querés no?
¿vos la viste?
Si
Ese ratito que te quedaste mirando...
ya se, no debía
ahora ya es tarde.

domingo, 18 de junio de 2017

Sin las gafas puestas,

Porque nos vamos a ir.
Quedará una pava hirviendo,
chillando olvidada.
El agua se hará vapor,
y todo se cubrirá de hollín.

Quedará alguna idea
que nos pidieron prestada
dando vueltas por el mundo

Pasaron tantos vientos
que ya nos olvidamos.

martes, 30 de mayo de 2017

Farmacia

Hoy pase por la farmacia del barrio constitución.
No es como cualquier farmacia.
Tiene infusiones propias, como un jarabe para la tos que dicen que es la bomba. Yo no lo consumo, pero si casi todas las viejas del barrio.
Hacen todo lo que pueden ellos mismos. No laburan con las principales marcas farmacéuticas. Venden la droga genérica. Nunca Ibupirac marca registrada, más bien ibuprofeno.

Fui con mí amigo Goyo el día 8 de Junio.
Compró él primero.
Paracetamol de 1 gramo. Ibuprofeno 600 y una crema para las hemorroides.
Después yo solicité paracetamol. A la pasada a la caja agarré unos Prime grises.
Nadie me vio.
Los puse con ganas al lado del resto de las cosas y pronuncié:
"una cuestión de fe".

El farmacéutico, de unos 60 y tantos, se empezó a reir detrás del mostrador, tapándose la cara con los dedos.
Goyo estalló.
La muchacha de la caja esbozó una tímida sonrisa y explotó enseguida mostrando todos los dientes.

El farmacéutico nos saludó enérgicamente, antes de retirarnos.

sábado, 27 de mayo de 2017

Negrito querido,

"Si a mi me toca el infierno,
quiero que me pique,
quiero que me duela.
Lo digo mirándolo a usted Rolón: no voy a pagarle para que usted evite que me duela. Si me ha sido dado el infierno, pues que me duela y que, si he sido castigado por la desgracia, que me atormente.

Esto de pedir que el infierno le duela a uno no es solamente por ese cierto placer por la tempestad, si no el no renunciar a la condición humana.

Si uno está en el infierno es por haber cometido algún desliz respecto de lo que uno entiende como el bien.

Yo es posible que sea muy malo,
pero soy hincha del bien.
Entonces, como quiero jugar limpio,
se que puedo cometer muchísimos errores e inequidades.
Bueno,
yo pago.
Yo pago esta noche.
Si la cuenta es grande, será porque habremos consumido mucho."

Alejandro Dolina. 1994.

sábado, 1 de abril de 2017

Piazzolla

Humildes apuntes y reflexión de la entrevista a una mujer que escribió un libro de Astor:

La misma arranca a hablar. Ronda los 60 años y el tango asoma entre palabras que no sirven para nada. Toma correspondiendo, apenas lo nombran, el oir de la sala.
Somos 40 como demasiado, en un anfiteatro para 300 personas, y estamos escuchando.

El tango es una manera riquísima de adentrarse en la cultura Argentina. Explica los fenómenos sociales, económicos, políticos.
Piazzolla me apabullaba muchísimo. 
Conoció a Carlos Gardel, tocó para él, a su manera, porque era chico. Escucho mucho jazz. Siempre Bach, Vivaldi. Stravinski.
Las obras de él nunca eran iguales. El bandoneón es como la respiración y Astor era respiración. Era emoción. Esas mismas que son su música. 
La ilusión de llegar acá y que no siempre lo reciban bien. 
El no sentía que era un genio. Trabajaba 'como un zapatero' con una disciplina extraordinaria. Y no era obsesión, era auténtica disciplina.

Un buen artista es aquel que es fiel a si mismo y él fue, terriblemente honesto. Los movimientos, que rompen cosas.
Me acuerdo que decía: "Si toco sentado, parezco una vieja tejiendo." Transpiraba muchísimo, era agua después de los shows. Su intensidad característica se expresaba al fin y al todo arriba del escenario, y nada de bailar ni cantar, solo música.

Mar del plata me cansó, decía. Y me voy a punta del este.
Y no pescaba mojarritas, pescaba tiburones. Para todo era intenso.

"Decime una palabra que quieras que mi música represente."

No tuvo musas. Lo acompañaron mujeres que cumplieron roles diferentes en las etapas de su vida.
Amelita, por ejemplo, hizo que el tango pase del barrio a ser metropolitano.

Era muy temperamental y muy tímido.
El público le encantaba, así fueran dos personas, él tocaba igual. Él quería tocar. Él era feliz en el escenario.
La comida, y los vinos a la noche, eran sagrados.
No necesitaba ensayar - era un músico genial. 
La esencia es el tango. 
Se adelantó a la mezcla para hoy, que vivimos en la mezcla.
No le gustaba la noche de cabaret, prefería la vida del concierto.
La pasión que transmite la música de Piazzolla es a todo el mundo.
Era muy serio.
El rigor de Astor. El sentido del drama.
más fuerte,
más suave.
El tango es sexo, pasión, cuchillo, caer y seguir adelante.

Los maestros, su padre y Baires.
Nonino, le insertó en su memoria, para hoy y para siempre: 'se argentino'. Y eso hizo, llevando su tango a cada corazón del mundo.




Murió,
sin saber que era un genio. 



Y déjenme, por favor, citar a Taberá, interpretado por Juarez:

Tango es un beso en un andén,
en la oficina, el café,
y tiene tango,
la moquet de una mansión,
así como,
compartir la tos,
en un bulín de dos por dos.



jueves, 16 de febrero de 2017

Gorritos de sol.

El papá, sentado detrás de los gurises, se pone de pie tres cuadras antes de Rejón. Mira al de cuatro de arriba, que luce su nuevo gorrito de sol.
Baja la cabeza, a la altura de los ojos del pequeño, que están bien cerrados. Lo alza, para no despertarlo. El pequeño siente la protección, abraza al hombro y la remera de algodón.
La sensación de dormir y el te extraño mamá.

El hijo de doce, sentado desde la ventanilla, agarra su mochila negra. Mira a los dos y siente demasiada ternura, casi que lo avergüenza.

Se bajan a una cuadra y media del mar con dos reposeras, una pelota de goma naranja y blanca, muchas palitas de plástico y baldes de arroz.

Sin mirarse van de la mano. 


lunes, 23 de enero de 2017

La Dorrego.

El patio del colegio era de polvo y de yuyos. Los mayos, siempre fríos neumónicos.
Los guardapolvos grises y las camperas gigantes nos transformaban en bolas enormes de polipropileno y algodón.
Todos los años, a eso del 5 de Junio, los chimangos invadían el cielo matinal, opacando el sol.

Cada tarde nos reuníamos en la Plaza Dorrego a jugar al fútbol y al basquet. Seis de las siete tardes estaba Joaquín, que iba siempre solo, con la misma camiseta de Independiente. Siempre, sin preguntar, se sumaba a nuestro equipo.

Eramos gurises, todos mis amigos, y una tarde en una pequeña ronda, intentamos definir el momento exacto en el que inicia la adultez.
Rápido, sagaz, eterno, Silguero pronunció: "cuando nos casemos, si alguna vez lo hacemos, y si es que realmente existe un paso a ser adulto, el día de traje, corbata y vestidos vamos a dejar de ser chicos".
Si. Teníamos 11 y ya hablaba sin parar.

Wenceslao, entre risas histriónicas y miradas cómplices con Lechu, tartamudeó, "¡No, no. Cuando José se case!, o cuando alguno tenga un hijo."
"Ahí está -intervino Nahuel- ese va a ser el momento. Cuando el primero tenga un pibe, en ese momento todos vamos a ser adultos. Empezaremos a ser tíos y vamos a tener barbas y todo lo que deseemos."

La vida nos va a dar un golpe de tiempo, le faltó decir.

Es esencial que en cada grupo de amigos haya uno que siempre sepa aparecer en los momentos que amaga la seriedad. El nuestro siempre fue Lucas. Delen trolos, ¿Jugamos?. En su mano derecha, inmóvil la pelota de potrero, toda marrón de embarrada y con la cámara conformando un pequeño globito negro. Tan pequeño que todavía se podía jugar.

Pasaron los años y hoy, fuimos a la plaza, con 23 y 24 años. Wen me pasó a buscar, pero esta vez no por casa, no en bici ni con su perro. Me levantó por la universidad, en su auto, con música de pendrive y siempre riendo.

¿Vamos a la Dorrego?
Si. Por favor.

Llegamos y ahí estaba el anhelado playón de la cancha de Basquet. Había unos muchachos jugando en los dos aros, así que nos acercamos despacito a donde había menos.
¿Podemos tirar? Asomó Wen.
Obvio.

Yo hacía añares que no pisaba esa cancha, ni esa plaza, quizás distraído por el frenesí que imponen las rutinas y las obligaciones. Allá, acá, la pelota repicaba contra el asfalto gastado y unos pibes eran mi hermano Pedro y yo hace unas décadas.

Las hamacas y el sol se siguen entrometiendo entre los árboles centenarios.
Nuestro ayer es melancolía repleta de infancia y eso y todo revive en la plaza del Barrio Dorrego.

Solo importan las miradas, me susurró al oído una vez una piba.

Wen, rebotando la pelota, me miró a los ojos y me dijo:




Amigo, voy a ser papá.



sábado, 20 de agosto de 2016

jueves, 21 de abril de 2016

Tres.

El hielo nos pegaba a los tres que esperábamos el bondi. Eran las diez de la noche y nosotros, como sombras errantes, yacíamos entre abrigos.

El colectivo, quizás, aparecería por el sur.

A las horas, muy a lo lejos se divisó la luz amarilla y roja del 555. Avanzaba despacio, llevando cadáveres exhaustos que terminaban su día de labor.
El de al lado mío estaba encapuchado. Desenfundó una guitarra verde y practicó unos acordes. O quizás afinó.
El otro, miraba melancólico como el agua de rocío invadía los verdes yuyos que nos rodeaban.
Llegó el bondi, quejándose con el ruido de las puertas que se abrían, dando lugar a más cadáveres.

Pagamos los tres, todos con la tarjeta local.
Me senté mirando al oeste. Sabía que de ese lado vería (cuadras delante) el mar. Sería la última gota de naturaleza antes de adentrarme en la ciudad y en las ocho cuadras hasta mi viejo hogar. Mis 43 años y mis auriculares blancos viajaban por la Avenida Independencia.

Levantó la voz el de la vigüela. "Disculpen damas y caballeros, vengo a acompañarlos esta noche, en esta vuelta a casa. Espero no interrumpir ninguna charla y no molestarlos. Sólo quiero que tengan un viaje distinto. Así, me gano yo la vida, espero que lo disfruten."

Generalmente venden o rapean desde adelante, donde todos los miran. Éste de la viola no. Se fue al fondo, allá donde están los escalones y la rampa para discapacitados, y ahí se guareció.
Por no faltar el respeto, o por interés, me saqué de las orejas los aislantes que oficiaban de auriculares. Vibraban con Miguel Abuelo (ya hoy son más de 20 años de alta, desde el hospital ¿Qué sería de mi, de aquel chaval, que nunca quiso aprender).
El hombre desde el fondo, con la guitarra verde y la chaqueta marrón, empezó con unos acordes que invadieron el lugar.
Dejare mi tierra por ti, dejaré mis campos y me iré lejos de aqui.
De noche las estrellas me acompañarán. Serás como una luz, que alumbre en mi camino.
Más allá, del mar habrá un lugar, donde el sol cada mañana brille más.

El silencio de escuchar lo sentíamos todos, y cada uno veía su día y su vida entre acordes y baches.
Abandonando la Avenida Independencia nos liberamos a la costa, donde la luna estaba más cerca que nunca y todo el reflejo brillaba en las olas. La mitad del bondi se dio cuenta.
Donde el cielo se une con el mar, lejos de aquí.
Había una mamá que se miraba con la hija de cinco años, jugando y riendo, todo al tempo de la música. Había un varón apoyando la cabeza sobre el hombro de una morocha lindísima, mientras se miraban y sonreían.

Hubo un silencio con el último rasguido. Me animé. Aplaudí una vez. Enseguida todo el bondi aplaudía. El ángel o el vendedor agradecía.
Voy a cantar una canción más para despedirme: Te vi, juntabas margaritas del mantel, ya se que te traté bastante mal, no sé si eras un ángel o un rubí, o simplemente te vi. Te vi, saliste entre la gente a saludar, los astros se rieron otra vez.
Cuando me pierdo en la ciudad, vos ya sabés comprender, es solo un rato nomás.
No hacías otra cosa que escribir, y yo simplemente te vi.
Todo lo que diga está de más, las luces siempre encienden en el alma.

Finalizó la canción conocida por todos y más aplausos. Nadie pudo dejar de retribuir con unos pesos. El cantante o el Ángel Gris saludó a todos. Dijo que se volvía a la casa, que se bajaba en Rejón y que lo esperaba un amor. Dudo que haya sido verdad: o apareció en otra parada afinando la vigüela o acompañó a algún errante en la noche eterna.


domingo, 3 de abril de 2016

Personas en jaulas.

Cuentan los curdas de la esquina, que nuestros antepasados visitaban zoológicos, para ver animales en rejas.
Mañana nuestros nietos mirarán,
cómo vivimos en cuadrados,
cómo dormimos en cajas apiladas, repletas de barras de hierro.
Van a ver, cómo nos movemos achicharrados en cajas con ruedas,
cómo nos pensamos adultos en oficinas en box,
y cómo escapamos a cajas donde bebemos,
donde algunos fuman humeantes cilindros en cajitas
queriendo escapar al sol,
ese que fuimos cuando eramos chicos.





sábado, 2 de abril de 2016

axel escribiendo 3am (reprise)

Cayeron pibas, no nos lo esperabamos.
Nos revolvemos en los asientos, incómodos. Nos arreglamos la ropa, que no es indicada para la ocasión. Hay mujeres, la puta madre.  Que no panda el cúnico, pensamos. Cambiamos rápidamente Queen por Rombai, las anécdotas por risas falsas, la computadora por unos envases de cerveza a medio tomar.
Y no es que nos las queramos ir a bailar, no te confundas. Alguien pide que apaguemos la luz. No sabemos si es porque tenemos ganas de coger o sólo tenemos verguenza y queremos escondernos en la oscuridad.

lunes, 14 de marzo de 2016

2026

Caminaba de resaca por el medio de la vieja avenida Constitución. Eran las dos de la tarde y todavía le dolía la cabeza.
Citaba semanas del abuelo, de allá por 1980. Imaginaba esos boliches futuristas que bien le había descrito. Los mismos que hoy le harían sombra al presente, que dejaba mucho que desear. Todo era pantallas y no pensar demasiado. Todo se estaba volviendo más gris últimamente. Cada vez más gente no podía soltar el sistema.

La picadura de un mosquito hizo que vuelva el encargo de Jonás. El octagenario le había pedido un extraño artículo para su nueva prótesis de rodilla. Intentó recordar el nombre pero los mutantes mosquitos y el calor (y todo el ron de ayer) no lo dejaron pensar. Se frotó la frente y sintió el enol, los cigarrillos y todo el perfume de ayer.

Avistó la ferretería a la cuadra y media, imponente en su cartel y nombre norteamericano.
Llegó,
entró
miró al vendedor a los ojos.
Buenas tardes, andaba necesitando un alternador de... de... para las rodillas esas.. Un alternador de...
¿de Remish?
Si!! ¿Tiene?
No me quedó. (Bajo la mirada a la pantalla)
¿Sabe donde puedo conseguir?
No.
¿Le va a llegar?
El viernes.
¿Cuánto cuesta?
Quinientos veintidós pesos.
Gracias. Y necesito 10 tornillos autoperforantes.
Ya le traigo.

Arribó a su casa. Se sentó en el sillón y en la pared se proyectó la web, donde aparecieron videos de conocidos simulando ser felices y noticias de esas que sabes que no importan.
Ya medio dormido, algo inconcebible lo reanimó.
En la esquina derecha de la pared, en el lugar reservado para las publicidades de cookies y preferencias no incógnitas, leyó en colores cómplices, un cartel que sentenciaba:
"Solo por hoy: $500. Entrega inmediata incluida. Alternadores Remish. Exclusivo de MarketSat.com"

sábado, 12 de marzo de 2016

Insomnio 2

- Hay gente que no puede dejar de fumar. Yo, no puedo dejar de estar despierto.
- Si no dejas atrás tu pasado no te vas a poder dormir nunca.
- Confías en mí, eso demuestra lo equivocada que estás en todo lo demás.
- Me desgarre. Fractura expuesta. Fue fantástico.
- Quizás no quiero escalar ningun Everest.
- Marcaste un antes y después en mi vida, y te odio.


Siguen teniendo diferencias pero se eligen todos los días.

"Días de Vinilo".

Insomnio 1

Es un martes a las 3:59 de la tarde y una piba publica una foto titulada "Maldito Insomnio". Es de ella y se le ve la mitad de la cara, aunque sobresale la silueta del inmenso culo que tiene. Seguramente lo ejercita todas las mañanas, de lunes a viernes.
El culo está en primer plano y la cara en la periferia.
Son las 4:01 y ya cinco pibes y dos minas piensan en escribirle a la noche. Uno, un poco más bicho, le escribirá en una semana y media.

miércoles, 24 de febrero de 2016

Chau, varón.

Los tubos se esfumaban con los fonemas eternos: un Malbec y tres Cabernet.
Cachito tocó las cuerdas de siempre. Alfonso todo lo de hoy.
Lo hicieron juntos y de tal forma, que los duendes aparecieron una vez más. Se sentaron en la mesa de los cuatro treintañeros, que miraban anonadados los movimientos de las frenéticas vigüelas.
El narigón, rompiendo el silencio aunque en susurros, pidió una lapicera.
Nadie lo escuchó.
Esperó.

Zamarreó a uno en busca del elixir. El otro, en otro mundo, sacó de su bolsillo una vieja pluma de licor. El tercero observó la velocidad de las letras volcadas en una servilleta de papel. Consumió en un minuto una servilleta. Las dos carillas. Agarro otra. Y otra. Todos jeroglíficos.

A los dos minutos los miré de vuelta, estaban rogandole desesperados servilletas a unas Ivonnes que tenían sentadas cerca.

Observé al rato a Martita, alma del lugar que se hace pasar por camarera. Iba de mesa en mesa charlando con amigos (cuando entrás ya lo sos). Lo que más me llamó la atención fue que en sus frecuentes recreos, se sienta en mesas azarosas, para escuchar enamorada los tangos con los que vibra cada noche.
El varón Alfonso Paz después de "Muñeca brava" y "Naranjo en flor", refirió que iba a cantar un tango surgido una media mañana post noche de los Duendes. Hizo ademán a las guitarras y todos supimos que se venía un gran momento.
Temblé.
Agarré el celular y lo filmé:


Excelente es que nadie está apurado (si la noche ahí no termina).
Se hizo presente una vez más nuestro amigo Forn:
"-Por dónde querés que empiece.
 -Por donde quieras. No te preocupes por el tiempo: tenemos toda la noche. Hasta que termines no va a amanecer."
Escuché a un tipo decir: "Qué lástima que ya no nos dejan fumar acá adentro". Pablo se apuró para responderle: "No nos veíamos las caras".




Ayer cuando partí, me dijeron: "Tomá esta tarjeta. Si un día está cerrado, mostrala que pasas". 
El destino o mi intensa distracción hicieron que olvide los aurículares. A las diez cuadras llame al número de la tarjeta y me atendió Martita. Eran ya las siete de la matina y el sol me pegaba en la cara. Martita respondió "Te los guardo nene, pero mañana pasate de vuelta".
De Los Duendes Bar", para toda la humanidad.
Fotos de la Revista Ajo: "La tanguería"



lunes, 22 de febrero de 2016

Cosas

En casa hay un vaso de whisky que nadie usa.
Nadie se anima. Es herencia familiar y todos le tenemos terror. Nuestro tormento es despertarnos transpirados, tras haber soñado momentos sin tiempo donde se rompe el vaso y estalla en mil pedazos.
Tiemblo solo de escribirlo.
Con Pedro, desde que él tenía ocho años, tenemos un pacto: despertar siempre al hermano que grita durmiendo.
Es un vaso de esos de cristal, con detalles de allá de 1930. Era y Es del Nono Chiche. Mantiene e irrada esa mística constante que lo caracteriza.
Corría el 10 de Enero del 2015. Después de varias cervezas amigueras y domingueras, decidimos pasar al whisky.
Distraído Pedro, sentado en la silla de mimbre, pidió a la visita que traiga vasos acordes. Le señaló la pequeña puerta de vidrio esmerilado, y siguió en sus ideas, entre risas y humos.
De la cocina Coco gritó "¿Dónde está el hielo?. "¡En la heladera del fondo!" alguno respondió.
Coco trajo 4 vasos de whisky. Los apoyó en la mesa y ahí fue cuando se nos vino el mundo y la fobia encima. Coco sirvió On the Rocks para todos, mientras sonaba Pity de fondo, que ignoraba toda la tensión del momento: "Cuando ya a nadie le importe".
Con Pedro no hablabamos, ni nos mirabamos, ni sentíamos todo lo ensordecedor que nos rodeaba. No pude levantar la vista. Calculo que Pedro tampoco.
"Muchachos" dijo Coco, haciendo un ademán hacia los vasos, servidos perfectamente con hielo.

Fue uno de los mejores whiskies que tomé en mi vida. Fue la última vez que vino Coco a casa.

Quizás jamás nos rescatemos que las cosas fueron hechas para usarse.